Y me senté a ver
como te desteñías.
Se deshilachó el tiempo
en nuestras manos.
Me desvanecí en la silla
al saberme de tiza.
Cada tanto una estrella
quiere titilar
y no puede.
Y nada es cierto,
si hasta el foco esta torcido
y aún asi,
intenta iluminarme.
Me sente a comer puñales
que deshilbanan tus labios,
a beber sombras,
masticar silencios.
Tu palidez no habla
y el abismo oscuro
en la ventana
me llama.
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