El gris metálico del cielo
Nos traga
La lluvia
Lo posee todo más
allá del esquelético cadáver
de un árbol añejo.
Los pájaros no cantan
Los grillos están inmóviles
Los vidrios empañados
Niegan la visión
El reloj retumba
siempre imparable
con su tic tac.
Las sábanas me cubren
de delicada tibieza
Mi corazón palpita
a desgano.
Las lágrimas,
salado manantial
hoy son mi lenguaje.
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