Era en el corazón del otoño, cuando las hojas se liberan y aprenden
a volar
Una medianoche húmeda y fría, de calles grises y silentes
Dibujadas por halos de luz que cada tanto huían a través de las
nubes oscuras
Cuando rara vez se podía vislumbrar el pálido resplandor de
la luna y
de las almas que como fantasmas deambulaban apenadas
sin mirarse
sin encontrarse
sin amarse.
Fue en ese otoño de manos enguantadas y narices frías
Cuando las estrellitas que se forman en el cemento inmutable
dieron destellos de luz en su mirada.
Fue en ese corazón de hojas que danzaban haciendo remolinos,
que lo vio
lo encontró
y lo amó.
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