viernes, 2 de noviembre de 2018

Viajera


Tiene el polvo de cien caminos en la ropa,

guarda sus fantasmas en un bolsillo roto.

Le hace frente al sol con un sombrero de esparto

encuentra en la noche una sensualidad inquietante y no.

 No quiere, no lleva, ni carga, penas culpas ni alabanzas,

ni siquiera el eco de un pasado sardónico y distante.

Huye del fragor prosaico de la música de moda, aun más

rehúye de las multitudes y sus expresiones vacuas,

dejó que el calor le reseque los remordimientos, 

guarda jirones de bucólico romanticismo. 

Viaja con su alma en otro bolsillo

mientras pita un cigarrillo liado con sagaz aplomo.

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