Y partí, elevándome con las águilas, condenadas al destierro;
a través de la tormenta que conspiró contra mi empeño.
Caminando por las aguas congeladas en el tiempo,
trepando hasta la cima de un Inter, llevado por el viento.
Y sentí el volar! … en las rutas blancas de un sur que en rojo atardece.
Donde la noche escarcha fantasías, y el camino bosteza y se adormece.
Allí, donde el agua dejó de cabalgar, y sumisa a mis pasos da permiso.
Donde los cerros tapizados de ternura; eternos descansan soñolientos.
Allí, bajo ese cielo.. melancólico y azul, leal a los suspiros fugitivos;
Abarrotado de estrellas que me guían, bañando de brillo aquel camino,
con migajas de vida que iluminan, y anidan en el corazón del peregrino.
Allí, miro calma al que me lleva a la tierra que me llama y le sonrío.