Es la sonrisa pálida esta noche
enrarecida con mantos de neblina;
la que advierte apagarse las estrellas,
que una vez anidaron en sus ojos.
Y es el río de plata el que me hechiza
Con purpurinas esparcidas en su lecho;
Que la luna exalta tenue desde lejos
Al apagarse el sol sin mucha prisa.
Y es el río de cemento el que me eriza
Iluminado por la luna y por su llanto;
A surcar con el viento las distancias
Que se unen al rozar el horizonte.
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