Acuosas miradas detuvieron el tiempo
quien se sienta a contemplar:
derroches de desnudez estremecida,
mordidas resplandecientes y tibias,
cuerpos entrelazados y dorados
confundidos, penetrados.
Miradas carnales y sabrosas,
dibujos de arqueadas columnas,
donde juegan gotas de sudor
lágrimas, babas de éxtasis y sabor.
Dedos marcados, labios deseosos
dilatadas pupilas, ojos cristalinos,
yemas que se rozan, se tocan
se funden y confunden.
Pechos sedosos brillantes de sudor
reflejan, decoran, contienen
corazones acelerados
galopantes, extraviados
hipnóticos, seducidos
obedientes al placer y sus sonidos
rítmicos conciben la música del darse,
del sentirse, del entregarse.
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