Insaciable vorágine de almas que huyen a sus cofradías
efervescente el recelo que aqueja al promediar el día,
Desnuda la miseria que mis ojos presentían.
Una flecha hecha mirada cala hondo y sin prejuicios
Haciendo caso omiso, una lágrima huye al precipicio.
Llora la dignidad, la impaciencia vomita mediocridad;
torrente irascible de almas ciegas, invaden la cuidad
y Paine con mucho atino, advirtió con sinceridad
que la democracia convierte, la rutina en impiedad.
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