miércoles, 1 de febrero de 2012

Las palabras

Llegan con la natural prestancia,
con la que escampa la tarde
promediando el verano,
donde el cielo estalla en colores pastel,
y los cirros .. esos que se tiñen de rosa.

Oh! Como amo la luz que sobre mi rostro se posa!

Llegan como el atardecer engalanado de fuego
Y nubes que dibujan dragones, caballos
o damas de cabellos al viento.
Atardecer que abraza ventanas, caminos y flores;
devorando con su abrazo cualquier día sempiterno
consumiéndolo todo,  inconciente y poderoso.

Llegan con la fragilidad con la que nace un niño,
Aun pujando desde adentro por nacer en grito eterno.

Vienen sedientas de suaves canciones,
Ajenas del bien, ignorantes del mal,
puras y poderosas.
Con hambre de poesía trasmutada en emociones.
De elocuencia que rastrilla sin piedad una garganta
como arado que dibuja en la tierra, con esperanza mansa.
Con sed de elegías, de lírica y mil prosas
que se olvidan al alba
en el remanso suave de la realidad etérea.

Vienen iluminando la inmaculada blancura
de los humildes pliegues que las cobijan sin juzgarlas;

Vienen incontrolables y a destajo
a darle a mi ignorancia bocanadas de aire puro.
Danzan en lo alto de la pluma
que se aferra a la mano que les da respiro

Delicadas como la brisa que roza apenas
el brillo del camino
sediento de aguaceros lánguidos y tardíos.
Como rayos de luna nueva
que escapan tras los cerros
amortajados por la noche y sus resquicios.

Vienen con el viento que arrastra los recuerdos
Regando en benditos ojos centenar de lentejuelas

Vienen a cantar el brillo de la mas bella mujerzuela.
Sangran virtudes, lloran olvidos
Gritan amores, sudan perdones.
Quizás mueran en las hojas, borrachas de pasiones;
Tachadas por realidades intermitentes
Sin verdades consecuentes.

Vienen y se quedan adornando los sentires,
Deambulan como sombras que abrazan cada tarde
el pedregullo que se va escondiendo en cotidiana profecía.
Perpetuando en la hoja y con sangre, la mas bella poesía.

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