Suave como el mar que da ternura al litoral
con agua de vertiente, baño mis fragmentos
y redimo mi alma de una trampa de coral.
Suave y gris es el camino donde transitan,
nómadas y sin destino mis sueños y el viento.
Y es testigo el tiempo del lugar donde habitan
la fuerza y el temple que innato florece
como emerge la hierba, que de pudor carece.
Así, como el ave que de su ceniza renace
me desperezo en el templo del voraz olvido.
Y retomo al sendero por el que había partido
Con una balada en los labios, bien besados;
Pateando distraída, sentimientos ahuecados.
Como el ave que, de su ceniza renace
abro la puerta a este amanecer que nace.
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