Esa
mano enferma que derramó la sal de una niña sincera.
Para
esa, se apagan todas las estrellas y vagará sola en las tinieblas.
Crepita
el cielo, en axiomático despliegue de chasquidos estelares,
las
nubes apuran su paso y se esconde la luna llena,
y
la bruma que hoy inunda las callejas, la seguirá por donde vaya.
Esa
mano enferma, no volverá a ver luz tan bella
como
la sonrisa inocente, de aquella niña sincera.
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