A la casa donde crecimos; y jugamos cuando niños.
A las copas de los árboles, que danzan en las noches.
A la espuma pálida, de la marea irreverente.
A los libros polvorientos, que guarda la memoria
en hojas amarillas, ajadas y livianas;
a la espesura gris de sentimientos encontrados,
en la planicie del silencio hecho salina.
A los desiertos plagados de recuerdos olvidados;
A los cielos, que recorren ciegos los enamorados.
A los cuarteles, donde por amor, se libraron mil batallas.
A los campos cubiertos de girasoles
A los rincones insondables, de nuestros corazones.
A los suaves labios de poetas inmortales.
A la frágil pluma esgrimida tras la bruma.
A donde van los versos pronunciados cada noche?
Ellos viajan en un barco repleto de recuerdos
a dormir al amparo del solitario invierno.
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